lunes, 21 de octubre de 2013

La mujer emprendía un camino para salvar a su hija que al final nació muerta. Por falta de amor, no de la madre, sino del mundo. Todavía falta recortar algunas hojas y ponerlas al derecho porque las cosimos mal. El libro no se termina, como la carta, como todo esto, hasta que sí. Hasta que baste un soplo para regresar a la tierra y contarle al mundo que nos conocimos: y la aguja perfore el papel y el hilo rasgue el algodón y las letras estén parejitas. Es una cosa única esta que se escribe entre páginas. Es perfecta en su distancia y en su entenderse. Pura ternura, puros roces, sonrientes y quedos, como una prensa.

-Pásame una A.

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