miércoles, 9 de mayo de 2012

Hay más dimensión en el sentir de surco las yemas mientras se baten las claras.

Luego luego, fácil perderse entre las páginas. Traspapelarse entre olas moradas de niebla. Doy vuelta a la hoja y se me va de los dedos. Escribir es también un acto de espantar pájaros. 
Un tenme acá de la memoria y el invento de los instantes; porque justo en este preciso momento no hay tal instante. El instante nos alcanza cada vez(será que cuando nos alcanza caemos de nuevo en el azar).
Decía, un tenme acá de memoria. 
Todos tenemos dos pares de ojos y si somos cíclopes, dos y medio. Los que son canicas que flotan en cuencos de agua clara y los que conectan la panza con el sexo y la cabeza con todo; de esos todos tenemos dos, ciegos ante el absurdo contar de dioptrías soplando el alma por un filtro.
Admiro al que puede escribir sobre la muerte como si Picasso pintara un bodegón.

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